Ésta quería ser una larga historia de amor, una historia de un hombre y una mujer que se conocieron un día en el centro comercial, mientras ella miraba con detenimiento unas zapatillas rojas y él, del otro lado del cristal, amorosamente, la miraba mirar. Ésta quería ser la historia de un hombre y una mujer que toda su vida ensayaron sus pasos para poderse encontrar. Quería la historia que el hombre abordara a la mujer, la invitara a un café, a un salón de baile, la invitara a amar. Quería esta larga historia que nadie estuviera detrás: ni Dios, no el diablo, ni el azar. Sólo la mujer y el hombre saliendo del brazo, amorosamente, del centro comercial. Después vendrían los hijos, las promesas, las noches de frío, el té de las diez, los besos con sabor a lluvia. Después vendrían sus paseos por el jardín, el cine, las reuniones con sus amigos, las breves pero sustanciosas alegrías. Hubiera sido bellísimo que el hombre la invitara a amar, pero la mujer, inesperadamente, y sin advertir la larga historia de amor que yo quería contar, se dio la media vuelta y se perdió en los pasillos del nunca jamás.
Microrrelato de: Rogelio Guedea, poeta, ensayista, narrador y traductor.
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Precioso el relato. Es muy irónico como intentamos creer que tenemos un destino, que existe esa persona y como de pronto este se rompe en pedados muy pequeños ante nosotros para se simplemente nada.
ResponderEliminarMil besos.
Es de mis escritores favoritos. Pues no tan irónico, el destino puede ser exactamente eso, tener todo en un segundo y creer que ese es tu camino cuando solo el sabe lo que sigue. Así que un día, cualquiera, todo puede cambiar porqué así esta escrito. Un abrazo enorme, gracias por comentar.
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