Y es que no se trata de hablar sobre las cicatrices sino de como fueron evolucionando hasta que dejaron de doler, hasta que fueron una importante marca.
Tu padre te lleva del sillón a la cama, te quita los zapatos y te pone una cobija. Te pones la ropa más cómoda y le sonríes al vecino que saca a pasear a su perro. Llegas a la escuela y le regresas la sonrisa a la señora de la puerta que solo exige ver tu credencial. Ver a alguien después de mucho tiempo y abrazar hasta que no sientas más los brazos.
Te ríes hasta que sientes que no tienes más aire y tus ojos brillan como si el sol no existiera y no hubiera forma alguna de compararlo con ellos. Ves el cielo, el pasto, los ojos de quien te ama con más atención y descubres un universo dentro de las cosas pequeñas.
Dejas que pasen las canciones en la radio y caminas hasta que descubres que combinan con tus pasos. Los latidos de tu corazón son más perceptibles y sientes que la sangre recorre cada una de tus venas con la velocidad de la luz porque eso es lo que más hay en ti, luz muy brillante.
Terminas observando las luces de los autos y las comparas con luciérnagas. Budapest y alguien que cree en lo mismo que tú a tu lado.
Así empieza un nuevo mes, un nuevo ciclo, una nueva vida. Al final todo es recompensado.
V.S
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